Aquí no venimos solo a comer.
Venimos a quedarnos un rato más.
A hablar sin prisa, a mirar el mar,
a pedir otra botella aunque ya esté medio vacía.

En Casa Pescadores defendemos la sobremesa de toda la vida.
La de sobremantel arrugado,
la de risas y discusiones,
la que empieza con un postre y termina con un “¿otro?”.

La sobremesa oficial está en el restaurante,
ahí donde el tiempo se para y las mesas mandan.
Pero si estás en la parrilla o en el bar,
pregunta a los camareros:
si hay sitio, pasa.
Porque aquí la sobremesa no se niega a nadie.

Esto no va de comer rápido y salir corriendo.
Va de quedarte un rato más.
De seguir.
De vivirlo.